La terapia puede ser beneficiosa para cualquier persona que necesite aprender a gestionar sus emociones y abordar distintas situaciones del día a día:
La duración de las sesiones de terapia puede variar según el terapeuta y el tipo de terapia que se esté realizando, pero generalmente duran entre 45 y 60 minutos.
La frecuencia de las sesiones dependerá de las necesidades y objetivos de cada paciente, principalmente, una vez por semana, aunque a medida que avanza el proceso terapéutico las sesiones se van espaciando, cada dos semanas, una vez al mes, etc.
La duración de la terapia puede variar dependiendo del problema que se esté abordando y de los objetivos que se quieran alcanzar. Algunas personas pueden necesitar solo unas pocas sesiones para superar un problema específico, mientras que otras pueden requerir meses o incluso años de terapia.
Para que la terapia sea efectiva, es importante trabajar junto a la persona adecuada, lo principal es que te sientas cómodo/a y que haya buena conexión. Además de tener formación y experiencia sobre el problema específico que estés atravesando.
La primera sesión es generalmente una sesión de evaluación, en la que el/la terapeuta recopila información sobre tu historia personal y las razones por las que decides ir. También es una oportunidad para conoceros y asegurarte de que te sientes a gusto trabajando con él o ella.
Primero de todo, hay que entender que a terapia es un proceso y como tal, requiere tiempo y esfuerzo. Los resultados pueden variar según la persona y el problema que se esté abordando. Sin embargo, hay señales que indican que la terapia está dando sus frutos como, por ejemplo, sentirse más cómodo/a hablando sobre tus problemas, tener una mayor comprensión de cómo te sientes o porqué actúas de una determinada manera, o simplemente sentirte de forma diferente respecto al inicio.
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